Tenemos cerebros diferentes, sin embargo, nos merecemos las mismas oportunidades.

Dr. José Silie Ruiz y su hija Carolina

Ayer se celebró el Día Internacional de la Mujer y por ello este es un homenaje a su nombre, a todas ellas. Le pedí a mi hija mayor, Carolina, que como abogada endosara «legalmente» este artículo, similar a uno escrito hace unos años. Como diría Mario Benedetti: «A veces cuando escribo me repito, quizás porque la vida es una noria y me gusta contar la misma historia, buscando algo mejor de lo que he escrito».

Ahora habla el médico/hombre. En una primera instancia, la corteza prefrontal es la reina «cerebral» que gobierna las emociones y evita que estas se vuelvan desmedidas, es la que pone freno a «las amígdalas». Esta parte de la corteza cerebral es mayor en las mujeres y madura uno o dos años antes en ellas que en los hombres.

De su lado, son las amígdalas cerebrales, en su porción dorsal pequeña, las que gobiernan el «reconocimiento» de las actitudes y conductas de los demás. En combinación con la región temporo-parietal (neuronas en espejo) hacen que el cerebro femenino tenga una mayor capacidad de «intuir» los estados de ánimo.

¿Sería esta mayor capacidad del cerebro femenino el asiento del 6to sentido?

Es ese aforo adicional que tienen las damas de una mayor «percepción» de los instintos y propósitos de los demás; esa intuición que les permite «olfatear» la actitud malsana, resentida, envidiosa y escondida de algunos que las advierten y nos previenen. Por ello, debemos siempre escucharlas (de lo contrario luego nos pesará), ya que nosotros los hombres somos más crédulos y, a diferencia de las féminas, llegar a los años de la sabiduría nos toma más tiempo.

Más del 99% del código genético de los hombres y mujeres es exactamente el mismo. Entre treinta mil genes que hay en el genoma humano la variación entre uno y otro es de menos del 1 %, la cual resulta pequeña. Pero es esa diferencia de porcentaje lo que nos hace disímiles.

Los cerebros de los varones son más grandes en alrededor de un 9%, incluso con la corrección de tamaño corporal. En el siglo XIX los científicos interpretaron que esa diferencia demostraba que las mujeres tenían menos capacidad mental que los hombres.

Sin embargo, ante las investigaciones modernas, se ha comprobado que las mujeres y los hombres tienen el mismo número de células cerebrales, léase neuronas. Las células están simplemente agrupadas con mayor densidad en las mujeres, como embutidas en una faja o corsés dentro de un cráneo más pequeño, pero la celularidad es la misma.

Todo cerebro empieza como cerebro femenino, solo que se vuelve masculino ocho semanas después de la concepción cuando el exceso de testosterona (hormona masculina), hace que disminuyan en el cerebro de los varones la celularidad en el centro de comunicación cerebral, reduce la corteza de la audición y se hace dos veces mayor la parte del cerebro que procesa el sexo. Son estos los procesos que constituyen los cambios hacia la «masculinidad cerebral».

Una tercera gran diferencia son los recuerdos. Las mujeres pueden recordar detalles más pequeños de sus primeras citas y sus congojas, mientras que sus maridos apenas recuerdan que hayan sucedido esas cosas. Otro ejemplo de diferencia es en los centros para el lenguaje y la audición: las mujeres tienen un 11% más de neuronas que los hombres en estas áreas cerebrales.

Una quinta y no por ello menos importante diferencia entre ambos cerebros es en el eje principal de la formación de la memoria y las emociones. Así, el hipocampo es mayor en el cerebro femenino, así como los circuitos para el lenguaje y la observación de las emociones que hemos mencionado.

Ahora habla la abogada/mujer: Nuestra celebración del día de ayer, Día Internacional de la Mujer, fue institucionalizada como tal en virtud de una decisión de las Naciones Unidas en 1975.

En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación en equidad en la sociedad.

En nuestro país cabe destacar que dentro de la Administración Pública tenemos el Ministerio de la Mujer, creado por la ley 86-99, encargado de establecer las normas y ejecutar políticas, planes y programas tendentes a lograr la equidad de género y el ejercicio de la ciudadanía por parte de las mujeres, a quien debemos reconocerle que han desplegado ciertas acciones para la consecución de lo anterior.

Así mismo, tenemos algunos esfuerzos legislativos tendentes a lograr una protección más efectiva de los derechos de la mujer. Un ejemplo de ello lo constituye la ley 24-97, que impuso sanciones más severas a ciertos delitos e instituyó como delito la violencia intrafamiliar y contra las mujeres, dentro y fuera del hogar, e incluyó como una agresión sexual una actividad sexual no consentida en una relación de pareja.

Sin embargo, hoy 8 de marzo de 2019, con ejemplos vívidos y recientes, como lo acaecido en esta semana a una mujer con ocasión de la evaluación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia por el Consejo Nacional de la Magistratura, lamentablemente tenemos que afirmar que aún nos queda demasiado por hacer como país, como sociedad y a todos los niveles: legislativo, político y, sobre todo, de educación.

A título personal considero que ningún esfuerzo que se haga en ese sentido resulta pequeño o inútil, así sea ejercido por cualquier dominicano de manera individual, así sea que eduquemos en nuestros hogares a nuestros hijos sobre esto.

Somos seres diferentes, miren cómo se desprende de este artículo; tenemos cerebros diferentes, sin embargo, nos merecemos las mismas oportunidades y que el trato que se nos dé a nivel de pareja, profesional, académico, familiar, no venga precedido o condicionado por nuestro sexo sino por nuestra primera condición: ser humano.

¡Feliz Día de la Mujer!