Por Rosa Roa de López|

En este siglo XXI las mujeres tenemos motivos para congratularnos por los avances obtenidos, nuestra situación ha evolucionado positivamente en las últimas décadas: se ha verificado un incremento significativo en la participación de la mujer en el mercado laboral, en el sistema educativo, en el sistema judicial y el sistema político.

Las mujeres escriben libros, se hacen sentir en la cátedra universitaria; formamos parte del organigrama social por meritos propios. Recordemos que 45 mujeres han recibido premio nobel, 15 han ganado el Premio Nobel de la paz, 13 el de Literatura, 10 el de Fisiología o Medicina, 4 el de Química, 2 el de Física y una el de Economía.

En las empresas públicas y privadas, las mujeres desempeñan labores que habían sido reservadas para hombres sin perder su identidad femenina; aunque   no devengan igual salario que los hombres.

A la mujer del siglo XXI, le quedan muchos retos por alcanzar, pues debe preservar lo que ha logrado, afrontar lo que queda y denunciar las desventajas que todavía sufre. Hay tareas inconclusas, debemos profundizar las conquistas obtenidas en el plano político, en el espacio de toma de decisiones, como portadora de paz y poseedora de la sensibilidad social que hoy necesitan los seres humanos, para lograr sociedades más justas para todos(as).

Desde 1962 a 1994, luego de la muerte del tirano, se celebraron en el país 9 elecciones nacionales, en las que fueron elegidos(as) representantes al Congreso y a los Ayuntamientos. En el Congreso Nacional, 242 hombres fueron electos como Senadores para un 96% y solo 10 mujeres para un 4%. Para la Cámara de Diputados(as) 844 fueron hombres electos para un porcentaje de 91.7% y 76 mujeres para 8.3%.

Las dominicanas, han incrementado su participación en la política; contando con diversos instrumentos, entre ellos la Plataforma de Acción, emanada de la IV Conferencia Mundial sobre la mujer, realizada en Beijing en 1995 y que aparece como el vértice de confluencia de todas las problemáticas tratadas en eventos anteriores y que compromete a los gobiernos a establecer cuotas de participación femenina, para los cargos de representación política.

Los países escandinavos, fueron los primeros en establecer la Cuota de Participación política de mujeres. En América Latina, Argentina inicio este sistema en 1991 y La República Dominicana la aprobó en 1997.

En 1998 se celebraron las primeras elecciones congresuales y municipales, aplicando la Ley de cuota mínima de 25% de representación de las mujeres el Congreso y los Ayuntamientos de 30 Senadores(as) fueron electas 2 mujeres para un 6.7%. Para la Cámara de Diputados(as) de 149, fueron electas 24 mujeres, un 16.1%. En el 2002 y 2006, resultaron electas 2 mujeres como Senadoras para un porcentaje de 6.3%; como Diputadas, en el 2002 resultaron electas 24 mujeres de 150 escaños, un 16.0%.

En la actualidad, con la aplicación de la Cuota Femenina de un 33%, tenemos:

DiputadasSenadorasAlcaldesasRegidoras
 
36
 
20.8%
 
3
 
9.4%
 
12
 
7.7%
 
383
 
33.3%
        

Como podemos observar, los porcentajes demuestran que el Senado y las alcaldías, son espacios de abrumadora representación masculina, centrándose el mayor porcentaje de mujeres en las Regidurías. Las Diputadas, continúan siendo motivo de preocupación, dada la escasa participación de la mujer.

Para las Elecciones del 15 de mayo, 2016, más de la mitad de los electores son mujeres (50.6%), con el poder de decidir quiénes ocuparán los diferentes cargos de elección popular. De ahí que, la pregunta lógica seria, ¿por quién o quienes votaran las mujeres?, en este ejercicio de ciudadanía, tenemos el poder de hacer que la presencia femenina sea fuerte y vigorosa, que superemos la cuota del 33%.

Al ir a las mesas electorales a ejercer ese supremo derecho, recordemos que tenemos que aplicar la solidaridad de género, el listado de excelente y capaces mujeres que han sido postuladas a las diferentes posiciones, comprueba que el estatuto de la mujer está evolucionando y nos resulta grato que el poder ya no es un privilegio exclusivo de hombres, es posible apostar a que las elegidas serán las que continuaran trillando el camino de la igualdad y equidad en nuestro amado país.

Que el 16 de agosto, con el voto mayoritario de las mujeres, más diputadas, más senadoras, Alcaldesas y Regidoras, comiencen a escribir la nueva historia.