La Asociación Dominicana de Mujeres Empresarias, ADME, en su 20 aniversario
Por Francia de Pérez
Reconocer y ser reconocido por una trayectoria hecha a través del tiempo o por un aporte en un momento dado es un acto de desprendimiento, de honrar, de motivar, de reconocer la labor realizada por una persona, un grupo de personas, o una institución, es un acto noble y no cuesta…
Reconocer no es solo entregar un trofeo, una placa o un pergamino, muchas veces solo con mencionar la presencia o los nombres de las personas en cuestión es suficiente. Reconocer el trabajo bien hecho a los 20 años de haberse fundado la Asociación resulta de un valor inmenso para quien o quienes lo entregan y para quien o quienes lo reciben.
A los 20 años de haberse creado, en medio de una coyuntura, la Asociación Dominicana de Mujeres Empresarias, ADME, en 1997, tenemos que resaltar que tomar la decisión no fue nada fácil, porque rompíamos el status quo del momento en las asociaciones existentes.
Así que un día nos juntamos seis amigas; Mildred de Sánchez, Genarina Pérez de Franco (QEPD), Emma Valois, Carmen Domínguez, Elisa Morató y Francia de Pérez.
Tomamos la decisión de crear la Asociación después de percatarnos de las barreras que existían, tanto para las mujeres emprendedoras con deseo de convertirse en empresarias como para aquellas que eran dueñas de negocios, ya sean estas rurales o urbanas, y que impedían lograr los objetivos.
¿Por qué creamos a ADME?
El principal obstáculo que enfrentaban las emprendedoras en ese momento eran las exigencias bancarias para acceder al crédito, ya que se exigía una garantía que para la época a la mujer le era muy difícil obtener, ya sea porque no la tenía o porque el patrimonio lo maneja el esposo. Otro de los problemas eran los altos intereses bancarios.
Otras de las barreras que había por superar era el mantenerse al día en los conocimientos necesarios para poder administrar su empresa adecuadamente, por lo tanto, la capacitación era fundamental respecto a temas como la responsabilidad fiscal, el adecuado manejo de los recursos humanos, la responsabilidad social, cómo gestionar un préstamo bancario, etc.
ADME comenzó a dar los pasos adecuados elaborando un programa de capacitación a través de talleres, seminarios y conferencias, para encaminar a las socias hacia la adquisición de los conocimientos básicos para que le fuese más viable emprender una empresa o un negocio e integrarse al mundo empresarial, en contextos como la globalización, las nuevas tecnologías y así convertirse en empresaria.
Nosotras, las que nos sentamos en una mesa a tomar la decisión de crear ADME y la hicimos realidad, hemos podido estar presente en la trayectoria de cada una de las Directivas que continuaron fortaleciendo la misión de ADME, como también ver la evolución de la mujer empresaria dominicana en sentido general.
Hoy día vemos como la empresaria está más consciente de las ventajas de la asociatividad, de cómo manejar las herramientas que posee; Internet, Redes Sociales, etc.
También hemos visto desarrollar grupos de mujeres de escasos recursos que a través de programas gubernamentales de ayuda económica y educativa, han podido crear un desarrollo empresarial y como han podido empoderarse, no solo de su propia vida, si no también de su entorno y de su comunidad.
Nosotras, todas juntas, hemos dado valor a las asociaciones, en el caso nuestro ADME, por el aporte que ofrece no solo a las socias integrantes, sino a nuestra sociedad. Cada mujer, con su emprendimiento, se convierte en un ente productivo, ya sea desde su hogar, para la empresa privada o el sector público y han canalizado su capacitación desde una Asociación empresarial.
La mujer emprendedora no solo aporta a la estabilidad económica del país, sino también a la economía familiar y a nosotras, las creadora de ADME, nos queda una gran sensación de satisfacción de lo que hicimos y lo que hoy día estamos viviendo en el mundo empresarial femenino, por haber tomado la decisión correcta, a pesar que todavía quedan barreras que crean impedimentos.
La mujer empresaria dedica tiempo para continuar capacitándose y dar todo lo mejor de ella, para cada vez ser mejor administradora de los recursos que tiene a mano y sacar el beneficio correspondiente a través del tiempo, lo que es muy loable. El tiempo se ocupa de mostrar siempre el éxito alcanzado.
Desde nuestra posición debemos seguir aportando para que la nueva generación de empresarias continúe el camino de poner en ejecución todas sus potencialidades a través de su educación, de la capacitación y de estar conscientes de las responsabilidades adquiridas.