Ensayo sobre Ellis Pérez, invitado especial al Café Literario.

|Por Ilonka Nacidit Perdomo|

Ylonka Nacidit Perdomo escribe un ensayo sobre mi esposo Ellis Pérez, quien fuera invitado al Café Literario este 26 de octubre 2015 por Verónica Sención, en el Hostal Nicolás de Ovando, por ser hombre de una trayectoria íntegra y por su aporte al desarrollo de nuestro país. Reconocido y admirado por muchos dominicanos y dominicanas.

Ilonka, como parte del Café Literario que organiza la gestora cultural , Verónica Sención, con esa magia envolvente de develar la esencia del personaje invitado; sus vivencias, sus experiencias, sus conocimientos, su devenir por el mundo, plasma en su particular ensayo la fibra mas profunda que teje la vida del invitado especial.

Va formando el telar con cada una de las etapas de la vida cotidiana, y transcendental, penetra en la angosta vía de las venas que llegan al corazón, porque no, al alma, que se inclina de emoción al ella volver a la luz momentos fascinantes de la vida del invitado y que logra como una obra de teatro, donde la escena apasiona y el tiempo parece no transcurrir, hacer que todos los presentes sean atraídos y envueltos en un mágico momento al sentirse parte de la trayectoria del personaje y que al despertar de ese sueño encantador una realidad inexorable vivirá, ser parte de la vida del invitado a través del ensayo que majestuosamente Ilonka logra realizar y traernos de nuevo a disfrutar de un ser que vibra y siente en su presente y el nuestro.

Ilonka Nacidit Perdomo nace Santo Domingo, 2 de Mayo de 1965 Poeta, ensayista y crítica literaria.Cursó estudios en Leyes y Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Es directora del Centro de Investigaciones Literarias de la Biblioteca Nacional. Participa activamente en muchos grupos culturales y talleres literarios. Es Directora Ejecutiva del comité gestor de festivales de mujeres escritoras, el cual ha efectuado –hasta la fecha- ocho congresos de escritoras.

Ha publicado: Contacto de una mirada (poemas, 1989), Alfonsina Storni: a través de sus imágenes y metáforas (ensayo, 1992), Arrebatos (poemas, 1993), Luna Barroca (poemas, 1996), Papeles de la noche (poemas, 1998), Altagracia Saviñón o la discontinuidad del instante (ensayo, 1998), Sobre aviso, escritura de mujeres (ensayo, 1998), Juan Bosch (catálogo de libros, 1999) y Catálogo de Escritoras (1999), en ocasión del homenaje a Carmen Natalia.

Del escritorio de Ylonka Nacidit Perdomo

Ellis Pérez

Durante muchos años, desde su primera juventud, ha tenido la virtud de hacernos felices. Su obra maestra es un como un ábside de un templo, desde donde se ciernen las ramas del árbol que crecen, que se expanden como madreselvas, y se entrecruzan en las alianzas secretas que trae la amistad cuando se cultivas entre iguales almas.

El alma de Ellis es como un reflejo de una plenitud que se alcanza desde las cascadas del silencio. Y lo creemos así, porque estamos dispuestas a afirmar que él tiene el recetario perfecto para enseñarnos cómo vencer al tiempo, a los disgustos, a los adornos de la apariencia, a los movimientos sísmicos de las deslealtades, a las sucesivas oleadas cuando ser rema hacia el sur, con el deseo de conocer qué significa la palabra la experiencia, más aún cuando en el horizonte, de la segunda juventud, se erige en una colina, desde donde se medita a solas para conocer un incógnito destino.

Parece ser que unos ángeles recién nacidos del rocío celeste, custodiaron los sueños de Ellis, para que aprendiera la ofrenda que ofrece al mundo con su sonrisa, porque su morada interior, es como ha escrito Santa Teresa de Jesús: siempre ha estado llena de luz, y de energía vital.

Creo que la vida de Ellis tiene un solo porqué: el éxito, y su vida un solo norte: abrir puertas, construir destinos mejores para los demás, a través de los baluartes inquebrantables que trae el afecto.

La trayectoria de una persona como él, no se mide por la enumeración de logros que registra su curriculum, o por las inscripciones especiales en reconocimientos o pergaminos. Se mide -entiendo- por el significado que tiene para los otros su ejemplaridad, porque los otros somos todo el país y la nación, ya que cada hazaña de Ellis en su ejercicio profesional como comunicador itinerante a tiempo completo ha crecido en terreno fértil.

Cada acción suya celebrada como un logro, ha trascendido las fronteras, puesto que siempre ha dejado de lado lo superfluo o lo simplemente anecdótico. De ahí, que la vigencia de su obra, la conduce su innato carisma.

Ellis Pérez, todos lo saben, es un hombre de un carisma inédito, por eso sus amigos encuentren en él la sinceridad, y columnas de marfil donde tallar sus anhelos. Ellis sabe que la vida, a veces, se torna una danza guerrera o una serpiente a los pies. Sin embargo, sé que nada lo desconcierta, ni siquiera las amenazas de tormentas o de lluvia, como en esta tarde.

Para él, lo real es la naturalidad, y la paciencia como virtud, y la sencillez como don, por eso nunca se ha deslumbrado ante los resplandores fugaces de gloria ni por el color brillante o el barniz de ninguna piedra.

¿Por qué Ellis continua en la vida pública tendiendo la misma vigencia de hace seis décadas?

¿Qué magia pura del tiempo que no es cronológico, sino de extrospección, ha puesto en escena para tener la suerte única e irrepetible, de impactar con su influencia positiva en muchas corrientes de ideas, de proyectos, de obras medularmente trascendentes para el sector privado o gubernamental, donde su figura noble conquista sin desmayo alguno, al aportar su imaginería vitalidad, que es como la sangre a que corre en sus venas?  

Quizás la respuesta podemos ofrecerla todos los aquí presentes, no obstante, les solicito permitirme dar mi modesta interpretación a la grandeza de ocho décadas de la vida de Don Ellis Pérez.

Recordemos, amigos y amigas convocados al Café Literario de Da. Verónica Sención, que este es un tiempo donde ya nos quedan pocos referentes morales, para esas «dispensas divinas» cuando el instante deja de ser fugaz.

En los siglos áureos se decía que al hombre lo representaba su carácter, la noble dignidad, la fuerza de su voluntad, y cómo hace de su morada un espacio donde alberga a los suyos para narrarles en las noches de quietud, cómo ha sido la jornada del día.

Los antiguos romanos, por los ejemplos de grandeza del poter familis, convinieron en esculpir a los suyos en enormes rocas de mármol cubiertos con un ropaje que no fuera más allá de ser la túnica, sin ostentar alhajas alguna.

La razón de este patrón o canon de creación, era para significar que, en la estatuaria del hombre, los rasgos de su rostro sólo transmitieran la dimensión al desnudo de su alma, del alma de aquel que habita entre nosotros, en complicidad con los designios de los dioses de la tierra.

La frente revelaría las directrices de su pensamiento, el espíritu que encarna y cómo podría interpretarse a través del tiempo, de generación en generación, el hálito de vida palpitante que se concentraría en lo pétreo in finitum.

El semblante de Ellis, señores, no necesita ser esculpido para recordarlo en un busto. A un busto aspiran los que creen que esa es una manera de eternizarse, sin recordar que ni Dios, Todopoderoso, ha dispuesto para él imagen alguna, sino la chispa del fuego santo de su sabiduría.

La imagen de todos no es la del espejo, es la del polvo cósmico que viaja por todo el Universo. Y, sé que en el futuro intemporal, así viajarán lo que creen en el karma de las acciones, los que comprenden que la única batalla épica que se debe procurar ganar con humildad, es saber expresar la gratitud .

… Y, los que estamos reunidos esta tarde damos Fe de que nos une a Ellis, la mayor expresión de gratitud universal, por todo lo que él ha hecho por este país, con el torrente desbordante de su entusiasmo a cual nos tiene acostumbrados, por su magnífica vida que contiene tantas y tantas antorchas de honor, porque él ha conducido por mares y por cielos los símbolos de lo que somos con sosegada majestad. A esta actitud de ser, los dominicanos la llamamos: [Orgullo de lo Nuestro!

 Y, Ellis representa, extraordinariamente, esta frase de apología cotidiana creada por el pueblo para rendirle tributos y entregar laureles a las personas que hay que festejar con amor cuando su llegada a la cúspide del reconocimiento colectivo, ha sido por méritos propios.

Don Ellis: sus huellas son imperecederas, y cada día crean para usted una joya espiritual, que es intangible, pero que es el mayor símbolo de su grandeza: la amistad, como la cuna donde órbita nuestro ayer, nuestro hoy, nuestro presente, y nuestro hasta siempre, con Usted.