Por Margarita Vicens de Morales|
Una de las cualidades que marcó la personalidad de María Montez en su carrera cinematográfica fue su reconocido buen gusto al seleccionar su vestuario y atuendos. Para tal fin, tuvo el acierto de contratar los servicios de los más afamados diseñadores de su época.
La Montez llegó a tener la mejor colección de sombreros y pieles de la colonia del cine según Lowella Parson.
Como ejemplo de lo señalado, cuando María Montez puso de moda el uso de turbantes como prenda femenina contemporánea, inspirada en sus películas (fantasías orientales) lo hizo con turbantes de famosos diseñadores. A María siempre se le reconoció su marcado sentido de la elegancia y de la distinción.
Conforme a lo precedentemente señalado el crítico de cine e ilustre escritor Arturo Rodríguez Fernández (Q.E.P.D), señalaba: Representar a María Montez en escenarios teatrales, cinematográficos u otros, usando sombreros propios de cumpleaños infantiles de aldeas pueblerinas, o con los «sombreritos» que se usan en juegos infantiles (de «jipi-japa»), sería más apropiado de una parodia que de un esfuerzo serio. La representación de uno de nuestros valores, que nos ha internacionalizado en el área cinematográfica enaltecedoramente y que se ha convertido en un mito sagrado, merece respeto.
Hay que tener presente que María Montez fue considerada por los autores James Robert Parish y Don E. Stanke como una de las actrices que logró proyectarse a través de su imagen cautivante como lo consignaron en su notable obra “The Glamour Girls”. Este libro destaca el glamour como rasgo sobresaliente de la personalidad de rutilantes estrellas entre las que figuran: Rita Hayworth, Audrey Hepburn, Kim Novak, Joan Bennett, Merle Oberon, y nuestra María Montez.