[Por Francia de Pérez]
Cuando era pequeña, me acuerdo como ahora, que tanto para el día del Niño Jesús como para los Santos Reyes, mis hermanos y yo poníamos hierbas debajo de la cama para que nos dejaran regalos, especialmente, el niño Jesús. En Santiago era una tradición. Era de tanta alegría recibir lo que tu le habías pedido a los Reyes, en tu cartita de solicitud que escribíamos y las entregábamos a nuestros padres para que ellos se las hicieran llegar al niño Jesús y a los Reyes Magos que era una ilusión desbordante.
La noche del niño Jesús o sea el 24 de diciembre , y de los Reyes el 6 de enero, que no podíamos dormir esperando su llegada.
El anuncio de la llegada, tanto del niño Jesús y principalmente de los Reyes, venía a través de tus padres o familiar cercano. Era realmente una alegría inconmensurable; abrir los regalos, compartir con tus hermanos y familiares lo que te habían dejado, era sumamente emocionante.
Hoy recuerdo que la mayoría de los regalos que recibí fueron por un lado : muñecas de trapos y con cabeza de porcelana, muñecas y mas muñecas de todas clases, pero aparte de ellas, siempre pedía jueguitos de cocina y de todas las áreas de la casa. Conservo en mi memoria los rincones de mi humilde hogar, en Santiago, donde en el piso me ponía a armar mi casa de muñecas donde, naturalmente, yo jugaba un papel importante, el papel de ama de casa. Creo que esas son de los pequeños , pero importantes detalles que te pasan en la vida, que te van formando poco a poco.
Creo que nunca cocinaba, sí organizaba y volvía a organizar mi pequeño mundo que convertía en un hogar .
Hubo un momento, un poco triste, y fue descubrir que los Reyes en muchas ocasiones fueron mi hermano mayor y su novia de aquel entonces. Los descubrimos cuando los vimos ubicando los regalos en los diferentes sitios para cada uno de nosotros, porque qué niño o niña no cierra un ojo y abre otro para acechar a los Reyes Magos o a Santa Claus (Santiclo) , todos esperamos ese momento de entrada al hogar con el canasto lleno de regalos y los padres diciéndonos , “Niños, niños es hora de irse a la cama, sino, Santa Claus no van a pasar por aquí”. Lo mas hermoso de todo esto es que para mi, esos momentos los guardo en mi memoria y en mi corazón, han sido y serán inolvidables y que enriquecieron el resto de mi vida. Los recuerdo con cierta nostalgia a pesar del tiempo transcurrido.