Tu nombre lo escogieron tus padres, tus abuelos o quién?

Por Francia de Pérez

Son los padres (papá y mamá) los que les toca  poner  el nombre a sus hijos; muchas veces durante el tiempo de embarazo, es decir antes de nacer la criatura. Tiempo atrás cuando no existía la tecnología actual,   siempre se escogían dos nombres uno por si nacía varón y otro por si nacía hembra. Eran los tiempos.

Este es un tema que muchas veces trae diferencias entre las parejas, porque  puede suceder que la madre (esposa)  quiera  ponerle el nombre de su madre o padre y el padre (esposo), tambien piense que la criatura debe llevar el nombre de su padre o madre porque así le da continuidad  a la familia de origen. Los dos  podrían pensar lo  mismo. Por eso nos encontramos con familias, que los varones, generalmente,  llevan el mismo nombre; del padre,  del abuelo y bisabuelo, ya sea como primer nombre o como segundo nombre, por igual la hembra.  Lo ideal es que la pareja se pongan de acuerdo y escojan  nombres pensando más bien el futuro de la criatura y como se podría sentir después de grande.  

Cuando nació nuestro  primer hijo (varón) le pusimos, ipso facto, y sin discusión el seudónimo que, prácticamente,  por toda la vida ha llevado su papá, Ellis. Es decir, normalmente se pone un segundo nombre, pero en el caso de nuestro primer hijo no se lo pusimos. Sin embargo, después que pasaron los años, me hubiera gustado integrar a su identificación un segundo nombre; Antonio,  y en ese caso era como iniciar  la tradición de la familia la de su papá.

Con nuestro segundo hijo (varón) lo mismo, al nacer  le pusimos el  nombre, Carlos, pero esta vez le agregamos  Antonio, más apegado a la tradición ya que el nombre Carlos se lo pusimos por un hermano mío y Antonio por ser el segundo nombre de su papá. Nunca le hemos  preguntado a él si se ha sentido identificado con su nombre,  que no es tan conocido como el nombre de su hermano, que siempre lo asociación con su papá. Tenemos que recordar que en esos tiempos en los años 60 y 70 no existía la tomografía para detectar el sexo de la criatura, por lo que había que especular, y lo que se hacía era preparar la canastilla de un color neutral, por si acaso.

Después que se trae al mundo dos hermosos varoncitos, para el próximo embarazo se piensa y se pide a Dios que sea hembra, para tener  ambos, varón y hembra y así completar la familia.  Gracias a Dios así fue. En el caso de mi tercer embarazo como anhelábamos que fuera hembra comenzamos a pensar desde muy temprano  del embarazo en el nombre que le pondríamos, de ser, por supuesto, lo que esperábamos. Para ese entonces Ellis y yo escuchábamos mucho a Chales Aznavour y Christophe.  Estaba sonando mucho la canción Isabel que interpretaba Aznavour y la otra que se escuchaba con mucha frecuencia era Aline, que cantaba el tambien francés Christophe. Escogimos esos dos nombres que nos parecieron hermosos para nuestra hija, que fue la tercera y última de nuestra producción familiar. Ahora ella prefiere usar el nombre Isabel que es su segundo nombre.

Muchas veces los padres desconocemos el efecto que de mayor puede causarles a los hijos e hijas el nombre que hemos escogido para ellos. Puede que unos se sientan orgullosos de llevarlo, otros quizás no se identifican con el mismo y puede ser que otros, realmente, quisieran cambiárselos y escoger alguno que vaya más con su estilo o personalidad. Es tanto así que en mí caso, que no es común, mis padres no me pusieron mi nombre, sino mi hermano mayor, junto a su novia del momento, que escogieron los dos nombres que hasta ahora y para siempre llevo conmigo. Si lo pienso profundamente y me cuestiono, si me gusta mi nombre, si me identifico con él, es posible que me hubiera gustado otro nombre que no fuese el nombre de un país. Un nombre más dulce, más melodioso, más humano. Ya he vivido muchos años con él, así que el resto de vida tengo que convivir con mis nombres, ya que es tanto tiempo que lo uso,que me suena agradable al fin y al cabo. Mi nombre es Francia Zeneira.

El seudónimo de mi esposo es Ellis, que asumió desde que tenía 17 años, el cual se identifica perfectamente con su estilo de vida productiva, por desarrollarse en los medios de   la comunicación;  radial, televisiva y escrita. Es un nombre fácil de pronunciar, fácil de recordar. La historia de cómo él decidió usar el  nombre Ellis es fascinante; comenzó un programa de radio con canciones americanas, llamó el programa “Your Hit Parade” lo hizo en inglés y se puso Ellis,  y el resultado fue  súper  exitoso, el seudónimo fortaleció su carrera y le dio una identidad glamorosa.  Cambio muy positivo para su vida en muchos aspectos.

Así que,  el nombre que los padres o familiares escojamos  para los hijos tenemos que saber que va a tener un efecto emocional en el futuro, que puede ser positivo o negativo. Creo que lo importante es que hayamos escogido el nombre con amor y que a nuestros hijos, al fin y al cabo, al crecer se sientan  orgullosos por  llevar el nombre escogido y que nosotros los padres aceptemos que si el hijo o hija quiere usar un seudónimo o cambiarse el nombre, lo permitamos, aunque duela.