Por Francia de Pérez
Dejo volar mi imaginación en un lugar donde pueda trasladarme a otra dimensión donde las perspectivas sean infinitas , donde pueda observar lo inmenso y al mismo tiempo lo limitado de la existencia en nuestro mundo.
Abruma el solo pensar la infinita grandeza del universo, al mismo tiempo la capacidad del cerebro humano de pensar e imaginarse la creación, hasta que llegas al momento del famoso Big Bang, tú mente choca con el vacío, tu corazón se agita, tu sangre fluye con más ímpetu, y en un instante vuelves a la pequeñez del ser humano que eres.
He pensado muchas veces en lo pequeño que somos individualmente y como especie ante tal inmensidad. Somos tan pequeños, inclusive dentro nuestro propio mundo, el planeta Azul, la Tierra, nuestro único y exclusivo hogar.
Aquellos que han tenido la oportunidad de subirse a uno de los invento que revolucionó el mundo a principio del siglo XX, el transporte aéreo, las alas del hombre, han vivido la experiencia de que a medida que aleteamos para emprender vuelo hacia los cielos, el ser humano va desapareciendo hasta esfumarse y al disminuir el aleteo para tocar tierra firme va resurgiendo a medida que nos acercamos poco a poco a la superficie de la tierra , y así vamos notando su presencia .
Muchas veces cierro mis ojos y medito sobre el final de la vida, siempre dentro de algo que podría ser un lugar desde el cual puedo ver el cielo azul y blanco y flores alrededor y en contacto con la creación que me hace sentir en paz y desde ahí vuelvo a pensar en lo pequeño que somos . Es un lugar y es un momento de entender y aceptar nuestra estadía en este hermoso hábitat.
Sin embargo, no dejamos de ser inmensamente grandes dentro de nuestra pequeñez, es tan grande la creación que nos dotó de un mundo particular, que solamente nos pertenece a cada uno de nosotros, un mundo único que podríamos llamarlo más bien nuestro propio universo, compuesto de tantas particularidades. Solo para mencionar, la complejidad del mundo de los sentimientos, en un momento puede aflorar sentimientos adversos a la cotidianidad que simplemente te desconciertan y entonces vuelves al torbellino de la imaginación. Pero al mismo tiempo la imaginación es como crear cosas diferentes, nuevas, únicas, propias en un mundo de fantasías que te puede afectar emocionalmente o hacerte sentir en la gloria aunque sea por breves instantes.