Un artículo que no tiene desperdicio sobre un  tema latente y  que la mujer dominicana debe conocer y dar su opinión.

Por Carmen Imbert

EL anteproyecto de código de familia, presentado por la vice presidenta de la República, Margarita Cedeño Lizardo, obliga la reflexión y el reconocimiento. Más allá de afiliaciones o malquerencias, la mención es necesaria. El entusiasmo que animó, durante décadas, a un grupo de abogadas pioneras, debe auspiciar su lectura para corregirlo o para defenderlo, cuando el pensamiento conservador pretenda su alteración u olvido.

Algunas ya no están, pero su afán y legado permanece. Un denuedo previo no puede perderse, fracasar por el hastío o perecer por convicciones derrotistas que limitan el quehacer. Debe evaluarse sin mezquindad, sin resabios porque otras sean las urgencias y la agenda de las personas que pueden auparlo, comentarlo, enriquecerlo, no incluya el tema. Hay un antes de utopía y dedicación que merece una crónica. La pretensión de otrora está en el anteproyecto presentado y amerita atención. Es el antes de balbuceos reivindicadores, del análisis legal con perspectiva de género. Se hizo en el tiempo de palotes feministas, aunque la declaración del año y la década de la mujer, dispuestos por la ONU, propiciaban el trabajo, el deseo de cambio. Se gestaba CIPAF, la Dirección General de Promoción de la Mujer no existía, tampoco el Centro de Estudios de Género. Ilusión y militancia feminista pautaban la acción. Tanto, que a pesar de las heridas abiertas, sin bálsamo, el compromiso en procura de las reformas, para obtener y recuperar derechos, reunía a mujeres de diferentes partidos. Los efectos de la revolución de abril se sentían, la represión balaguerista multiplicó viudez y orfandad, el exilio separó familias, sin embargo, dirigentes políticas de entonces coincidían para proponer los cambios. Discutían, cotejaban. Cuando hablar de uniones consensuales era más subversivo que mencionar, hoy, el matrimonio entre personas del mismo sexo, develar que la prostitución no está sancionada e insinuar que las mujeres podían ser propietarias de parcelas, era profano, Leonor Sánchez Baret, Ivelisse Prats Ramírez, Flavia García, estaban. También Mercedes Lora, Dora Eusebio, Picky Lora, Rosina Alvarado. Martha Olga García con su maestría en sexología y aquella manera de incluir a las más jóvenes en el debate. La insustituible jurista, Margarita Tavares Vidal, leyenda del derecho dominicano, maestra desde la discreción de una oficina que acogía a cualquiera que presumiera interesada en aprender e innovar. Licelot Marte Hoffiz que convenció a Joaquín Balaguer para que promulgara la Ley 855 y el presidente la complació un mes antes de concluir el controversial periodo de los 12 años. Ley que marca el inicio de la transformación de la situación jurídica de la mujer casada.El código de Familia cubano era modelo, circulaba de mano en mano. Algunas asignaban un carácter decadente y burgués al sistema jurídico, la mayoría creía en las modificaciones. Aquel proceso fue el preámbulo de otra jornada, con la participación de una generación distinta. El resultado abarca el código de Niñas, Niños y Adolescentes, la Ley 24-97, la Ley 189-01 que modifica los Regímenes Matrimoniales y sin dudas, el Código de Familia pendiente. Código que pretende unificar las leyes dispersas que atañen a la familia e incorpora las disposiciones de convenios internacionales. Incluye la reproducción asistida, las familias monoparentales, enmiendas al régimen de uniones consensuales, establece el sistema nacional de atención integral. Regula las rupturas, la adopción, prescribe la protección para las personas de tercera edad. El aspecto más comentado, con sorna y desconocimiento, es el que concierne a la transmisión del apellido, tema que no es tema en decenas de países.La comisión redactora del Código de Familia fue creada mediante el decreto 1602-04. El decreto designa la comisión asesora, que preside la vicepresidenta e integra representantes de la Suprema Corte de Justicia, de la Procuraduría General de la República, del Conani, del Ministerio de la Mujer, Trabajo, Agricultura, Salud Pública, Educación.Es oportunidad para participar y defender. También para reconocer aquellas precursoras, porque algo de ayer quedó en el anteproyecto de hoy.

Por CARMEN IMBERT BRUGAL

Fuente: Periódico HOY