Escribe: Mildred J. de Sánchez

Aplicar la sencillez debe ser un propósito de vida, seamos bastante sencillos para ser dichosos, aplicándonos a ser bondadosos y con gran espiritu de altruismo y solidaridad con nuestros semejantes, llevar una vida sencilla conlleva vivir en armonía con Dios,  la familia y la sociedad. Tener a  Dios omnipotente como guía y maestro, como fuente de sabiduría y enseñanza, de amor y de consuelo en nuestras aflicciones. Apliquemos diariamente sus enseñanzas y  seamos testigos de su amor.

Ser sencillos es aprender a proporcionar placer a los demás, propagar la dicha, la alegría, la esperanza, para desarrugar esas frentes marcadas por la angustia y ansiedad producto de la desdicha, de manera que consolemos en sus penas a los demás

El ser sencillo nos reclama ser auténticos en nuestro vivir en  la forma en que revestimos nuestros hogares de belleza, de una manera sencilla, imprimiendo en ellas nuestro toque personal, mostrando la sencillez que puede caracterizarnos, sin perder el gusto por las cosas bellas que nos proporcionan deleite a la vista,  aun así podemos ser sencillos.

Despojarnos de lo ficticio, volver a la vida simple, divertirse como el agua que corre y se desliza en cascadas,  de gran belleza visual, volver al placer inocente, que contagia de alegría, como los potros que retozan en la pradera,  libres  con el viento a su favor, proactivos de actividades familiares en campo abierto.

Ser sencillos conlleva ser complacientes, ayudando a vivir al que sufre y lleva una pesada carga. Ser bondadosos en todo momento, esparciendo la sonrisa que nada cuesta y vale mucho.

Aprendamos que nunca se pagan caro las cosas que no se pueden conseguir con dinero, esto que les escribo es algo sencillo pero con sentimiento, de ahí estriba la sencillez de la vida.

Genio, inteligencia, disciplina,  entusiasmo, amor  y esperanza. No se compra con dinero. Eduquémonos en la sencillez, la educación tiene una gran influencia en la sencillez, eduquemos para formar hombres libres confiados en su provenir. Educar en la sencillez es saber dirigir su inteligencia para sí mismos, para ser libres.  “ conoceréis  la verdad y la verdad os hará libres”. Juan Pablo Duarte.

Para la sencillez  en nuestras vidas debemos eliminar el mutuo desprecio, ese espíritu de castas sociales, la pérdida de respeto a los demás, eduquemos para lograr seres respetuosos de la patria y la religión, y sobre todo respetuosos de la ley y valores morales, fomentemos la cultura de paz.

En la sencillez encontraremos los mejores resultados, dichosos, exitosos.

Elevar el espíritu de la vida sencilla para penetrar en el gran tesoro, que encierran las bellas artes, la música, la poesía, la danza,  volver a cultivar y enriquecer el espíritu de vivencias ilimitadas que elevan al ser humano y que la vida misma nos envuelve y los cubre con cortinas invisibles a nuestros sentidos.

Estas son las grandes virtudes que encierra vivir en vida sencilla, el espíritu de la familia.  La familia, principal núcleo de donde se nutre y ejercita nuestra sociedad, donde se guardan las grandes reliquias, conocimientos de nuestros antepasados, toda nuestra historia, nuestros afectos personales heredados, estos tesoros y activos son imperecederos. Cultivemos este respeto al pasado, seamos  consecuentes con nuestras tradiciones, alejar de nuestra mente el suprimir todo lo viejo, hombres, muebles, la sabiduría sencilla, que hacen sentirse desterrado de sus lares.  

La vida sencilla no puede lograrse si queremos vivir aparentando todo lo que poseemos, querer vivir en la calle de diversión en diversión, en completa exhibición, como si  el no estar detendría el mundo en su loca carrera. Esta sociedad de consumo con propuestas permanentes, no impiden volver a la sencillez de la diversión hogareña que es gratis, en cambio se paga por estar en las calles.

Propongamos volver a la sencillez de nuestras tradiciones, rejuvenecidas más ahora en sus nuevas  modalidades, con el uso de las ventajas que nos ofrece la tecnología, la única que nos mantiene en casa, por momentos. Hago la propuesta de volver a las buenas tradiciones, escuchar la música de los grandes maestros, la lectura obligada de los  grandes escritores y filósofos  del mundo, escuchar las viejas historias familiares y patrióticas, de nuestros grandes líderes y sus grandes hazañas, demos a conocerlos a nuestros hijos y nietos con historias verídicas y de vivencias personales.

Imploremos la presencia de Dios y su misericordia como baluarte para que limpie nuestra sociedad y familias por los hechos de violencia y espanto que empañan nuestra sociedad y nuestras familias. Vamos a proponernos a recuperar la vida en familia, dupliquemos esfuerzos para fortalecer estos grandes vínculos y núcleos sociales, FAMILIA Y SOCIEDAD EN VIDA SENCILLA  Y UNA CULTURA DE PAZ  “Si el afligido implora al Señor, El Señor le escucha”.