POR PAULA JOAQUIN DE HERNSCH|

Máster en Psicología Educativa

“Las enfermedades no son mas que enfermedades del alma”, decía un estimado profesor de Psicología durante mis años de estudiante en la Universidad Madre y Maestra de Santiago.

La existencia de esta conexión psicosomática no es un secreto. Cuantas veces un sobresalto nos produce taquicardia, la ansiedad nos causa nauseas o revuelca nuestro estómago , o la depresión nos quita el hambre o la energía de vida ….Sin lugar a dudas, nuestras actitudes, conflictos , temores y en general todos nuestros estados emocionales influyen y favorecen nuestros problemas y dolencias físicas, de la misma manera que facilitan su curación. El secreto está en saber descubrir y comprender a tiempo los mensajes que nos envía nuestro organismo a fin de prevenir futuros trastornos físicos y proporcionarnos una vida más sana y equilibrada. Lamentablemente no escuchamos lo suficiente las señales que nos envía nuestro cuerpo!

Es cierto que a menudo nuestra mente nos juega ciertas trampas, de manera, que una simple broma puede ser captada como un juicio moral, o una actitud normal o un descuido, percibido como un rechazo. Estas y otras circunstancias reales o imaginarias, crean en nuestro mundo psicológico una trama de perturbaciones que pueden repercutir en nuestro interior desajustando nuestro balance y restándonos energía y vitalidad.

Trabajar con nuestras perturbaciones, disfunciones y conflictos emocionales e indagar el perfil psicológico de nuestras dolencias es de suma importancia y se entrena. Nuestra primera tarea es identificar cuales son aquellas emociones o pensamientos negativos, que desequilibran nuestro organismo. Reflexionar sobre ellas y buscar la forma de enfrentarlas, entenderlas y dilucidarlas.

Pongamos el caso de la alergia. La alergia es una respuesta hiperactiva del sistema inmunitario, Hace referencia siempre a un estado emocional de irritación o frustración del pasado que perturba nuestro presente. Es una señal de defensa .Indica que el Yo se protege. Algo hostil en el ambiente le incita a resguardarse y el estado anímico reacciona a través del cuerpo afín de alejar lo que le atormenta y resistir lo que le perturba y agrede. Para liberarlo, se debe comenzar identificando el tipo de alergia que le aqueja (ojos irritados, sinusitis, eczema, urticaria, alergia alimentaria, a los animales, al sol, a objetos…) y preguntarse que carga emotiva, cuales sentimientos se están liberando a través de ella, que trastornan y desequilibran todo el sistema emocional. Una vez identificado, hay que comprometerse a aceptarse en su propia valía, con sus cualidades, sus limitaciones, sus miedos…y luego abrirse con confianza a nuevas experiencias.

Debemos aprender a no ser victimas ni dependientes de nuestras propias frustraciones. A veces nuestros infortunios y muletas emocionales nos hacen olvidar que la vida está compuesta además de hermosos y valiosos momentos donde nos sentimos protegidos y amados. Si logramos cambiar ciertos esquemas mentales, dejamos atrás creencias y actitudes negativas y enfrentamos nuestros sentimientos en vez de ocultarlos, seremos capaces de labrar nuestro propio destino libremente, participaremos en nuestra propia sanación y viviremos una vida plena, en salud, con alegría y paz.

Cuando nuestros esfuerzos no son suficientes para combatir nuestras dolencias emocionales, entonces debemos buscar asistencia profesional entre kinesiólogos, psicoterapeutas, u otros profesionales que nos ayuden a crear un mundo interior sano, reequilibrando nuestro sistema y liberándonos de nuestros males físicos a través del pensamiento positivo.

En una palabra si queremos mantener un cuerpo sano, debemos esforzarnos en lograr una mente relajada y sana y esto solo es posible si la alimentamos con actitudes positivas, desmantelando prejuicios y abriéndose con confianza al mundo.