Mi Hada Madrina Casandra.  Cómo conocí a ese ícono del folclore dominicano.

Por Francia de Pérez

Experiencia Personal

Un día, cuando tenía  alrededor de 15 años, a  mi hermana y a mí nos llegó la idea de participar en el grupo de bailes folclórico de Casandra Damirón, no por vocación, sino,  porque necesitábamos producir para ayudar nuestra madre en la economía del hogar .

Fuimos, si mal no recuerdo,  a su casa o al  palacio de  Bellas Artes, donde practicaba el grupo de baile que dirigía, para poder hablar con ella y que nos probara para ver si podíamos participar y poder bailar en el grupo. 

En ese momento  ella  nos dijo que para ingresar en el grupo teníamos que aprendernos la rutina de bailes que tenían en ese momento.

Naturalmente, como nos encontrábamos,  precisamente,  en un momento donde el ambiente político era peligroso dada la inminencia de la revolución  de abril (1965), además  de que quien  enseñaba los bailes era Papito Damirón, su hermano  y por una razón u otra, pues no podía enseñárnoslos , decidimos  entonces, conquistar a una de las jóvenes bailarinas del grupo para que nos enseñara  los bailes, entre ellos: el Carabiné, los Palos, la Salve y  en especial el merengue Caña Brava que ella usaba como fin de fiesta para cerrar el espectáculo,  “Vengan a escuchar señores lo que les voy a contar el merengue caña brava es muy bueno de bailar”.

El lugar donde vivía la joven era un poco retirado de donde vivíamos nosotras, que era  en Ciudad Nueva, siempre teníamos temor de llegar al sitio, no obstante íbamos varias veces a la semana. Nunca se me olvidará que teníamos que esperar que ella terminara de cocinar y siempre me llamaba la atención de como ella pelaba las papas, sumamente rápido,  porque utilizaba el cuchillito especial para pelarlas.

El asunto fue que nos aprendimos  la rutina y lo siguiente fue ir a un ensayo a Bellas Artes y que nos permitieran demostrar que ya sabíamos la rutina y podían ponernos a prueba.

Resultado de la prueba, escogieron a mi hermana mayor y no a mí.

A pesar de eso siempre iba a los ensayos hasta que un día por falta de alguien me pusieron y así fue que me integraron al grupo.

Las presentaciones fueron pocas, dada la situación que reinaba en el país, políticamente hablando. En una presentación en la Concha Acústica del Hotel el Embajador, justo alrededor de  mis quince años, conocí a Ellis Pérez y luego en el mismo sitio lo volví a ver cuando tenía 18 años y medio, para luego casarnos seis meses mas tarde. 

Era natural que le pidiéramos a Casandra que fuera la madrina de nuestras bodas, acompañada de Guarionex Aquino, como padrino,  otro ícono  de la canción Dominicana.

En el ínterin,  entre los 15 y los 18 años, seguimos participando con el grupo y de vez en cuando visitábamos la casa de Casandra y Don Luis Rivera, ella fue como una madre para los   jóvenes que conformábamos el grupo, al principio éramos cuatro hermanas; mi hermana y yo y las hermanas Sainz.

La verdad que bailábamos con mucha coordinación, era un grupo distinguido  por ser dirigido por una persona  como Casandra, con muy altos  valores éticos y morales y con una familia respetada por toda la sociedad dominicana . 

Cuando volví a ver Ellis Pérez tenía ya 18 y  años y algo, como dije anteriormente y lo volví a ver justo en la Concha del Hotel El Embajador donde años antes había bailado un merengue con él y que  había rechazado seguir,  al él invitarme a seguir bailando la siguiente pieza ya que era un bolero  y le dijo que no, porque dizque  estaba muy cansada.

Casandra entonces se convirtió en mi hada madrina, en mi consejera.

La incidencia que tuvo Casandra en nuestras vidas,  por ser la persona que dentro de una circunstancia especial nos dio la oportunidad de conocernos y luego reencontrarnos hasta unir nuestras vidas,  que hoy lleva 47 años de unión matrimonial,  amándonos con mucha intensidad y pidiéndole al Señor su bendición cada día de nuestra existencia.  Fue obra de Dios y a través de ella recibimos esa bendición.

Casandra siempre estará en nuestros corazones, que llenos de respeto y admiración la hemos recordado y la recordaremos como un símbolo  que representa la unión y el amor entre dos seres que ella se empeñó en unir para siempre.

En este momento ya llevamos 52 años de estar juntos y haber procreado una familia.