Educar para la paz conlleva paciencia, reflexión de creencias, actitudes…

Por Yanira Fondeur

Desconcertada quedo cada semana al dar lectura de las noticias sobre la falta de control que tiene la ciudadanía para resolver un conflicto por la vía pacífica.

La confrontación que se suscita entre dos personas o más, con intereses diferentes y por múltiples motivos, no tiene necesariamente que terminar siendo violenta, pues todos sabemos que un conflicto resuelto positivamente puede llegar a optimizar las relaciones.

No obstante, vemos casos extremos que nos consternan como el homicidio por causa de un parqueo, por una puesta de basura de un vecino en el frente del  hogar o por una discusión de un abanico, así como agresión verbal por  intolerancia a los criterios políticos y económicos diferentes.

Tenemos que entender que, los conflictos son parte de la vida cotidiana,  razón por la cual desde muy temprana edad debería formar parte del currículo escolar, educando a la población estudiantil en estrategias que trasformen las confrontaciones en relaciones justas y pacíficas.

Dado que, los conflictos involucran sentimientos y hay una deficiente comunicación, lo primero que debemos hacerle entender a la población es que como seres humanos todos y todas tenemos derecho a una vida libre de violencia y que ese derecho debemos defenderlo.

Existen herramientas que  debemos conocer para resolver los conflictos: 1) Abordarlo con actitud abierta que nos permita encontrarle una solución oportuna y no postergarlo; 2) Aprender a escuchar para poder entender las diferencias; 3) Formular las preguntas que consideremos necesarias; 4) Aplicar el autocontrol y valorar las emociones contrarias; y 5) Utilizar la mejor herramienta comunicacional que es el diálogo.

De seguro que, tendríamos mejores y más sanas relaciones familiares  y con personas relacionadas si en el hogar, centros educativos y trabajo se nos enseñara que los conflictos no se resuelven ofendiendo, denigrando, culpabilizando, interrumpiendo a los demás o agrediéndoles por considerar de forma egoísta que solo nosotros tenemos la razón o suponiendo que quedó aclarado nuestro mensaje, sin rectificar calmadamente nuestras razones.

En talleres que impartimos en la Fundación Vida Sin Violencia, notamos que  en una dinámica entre dos estudiantes cuando les ponemos a dramatizar en la que uno acusa al otro por sustraerle un libro, la primera reacción de solución del conflicto resulta en la agresión del contrario, sin mediar muchas palabras.

Comprobamos que los más jóvenes, muy expertos en todo lo relacionado al mundo tecnológico, viven en la inmediatez, resolviendo sus problemas de forma fácil y con  más prisa, pero cuando les corresponde enfrentarse a un conflicto de diario vivir, la razón parece nublarse y actúan por impulsos de sus emociones.

Educar para la paz conlleva paciencia, reflexión de creencias, actitudes y comportamientos y sabiduría para entender que si no está a nuestro alcance encontrar una solución pacífica en el manejo de un conflicto, podemos recurrir a una persona neutral, objetiva, capaz de hacerlo.

Consideramos impostergable que, las autoridades educativas deben impartir instrucciones y capacitaciones sobre el manejo de los conflictos, junto a la educación en valores e igualdad, lo cual dará por resultado una formación humana más con más justicia, contribuyendo al desarrollo de una sociedad pacífica.

La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia

@Yanira_Fondeurwww.aplatanaosnews.com